Quienes han leído las distopías clásicas —Nosotros, Un mundo feliz, 1984, Farenheit 451...— saben que cambiar el significado de las palabras tiene consecuencias: trágicas para una mayoría, apetitosas para quienes tienen poder. Una, en relación a que matrimonio sea una palabra-baúl, es que la poligamia está cada vez más cerca: algo trágico para muchos y (más aún) muchas, y una perspectiva formidable (imaginativamente al menos) para los ricachones mujeriegos.